¿Y si la pregunta fuese la que define todo?
Que te asustaría más ¿la respuesta o la falta de ella?
¿Y si de la respuesta dependiera todo?
¿En cuanta partes estarías dispuesto a quebrarte escuchándola?
Y si no hay respuesta, ¿no es acaso la no respuesta una forma de
responder?
¿Y si solo preguntamos porque inconsciente o conscientemente
ya conocemos la respuesta?
¿Cuantas preguntas deben responderse para afirmar que ya no
hay más respuestas posibles?
¿Y si entonces estamos condenados a padecer una
incertidumbre eterna?
¿Qué te asustaría más, la próxima respuesta o la falta
infinita de ella?
No hay comentarios:
Publicar un comentario