martes, 22 de octubre de 2013

El olor a podredumbre de la “corpo” judicial

Militar y abogado. Amelong reclamaba "legalidad", hace cuatro años ante el Tribunal Oral Federal 1 de Rosario. Foto: Diario La Capital. Rosario.




Hay ejemplos claros del funcionamiento nefasto de la corporación judicial. Huele a podrido, y hace mucho tiempo. Datos a tener en cuenta:

¿Quién es? Juan Daniel Amelong fue condenado en 2010 a cadena perpetua por el Tribunal Oral Federal Nº1 (TOF1) de Rosario por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura: privaciones ilegales de la libertad agravada, aplicación de tormentos y homicidios triplemente calificados. Amelong fue oficial del Ejército y miembro del Destacamento de Inteligencia 121. Luego se retiro de la fuerza para estudiar y ejercer la profesión de abogado. El Tribunal Oral Federal de Paraná también lo condenó en 2011 a 13 años de prisión por el robo de bebés nacidos en cautiverio en el Hospital Militar Paraná en marzo de 1978.

¿Qué pasó? El directorio del Colegio  de abogados debatió el pedido realizado por profesionales que patrocinan a organismos de derechos humanos. El directorio del Colegio votó por mayoría la exclusión de Amelong.
En diciembre de 2011, la Cámara de Apelaciones de Rosario levantó la suspensión de la matrícula. Los camaristas Rubén Darío Jukic, Daniel Acosta y Alfredo Ivaldi Artacho consideraron que no hubo intervención o pronunciamiento del Tribunal de Ética en pleno del Colegio de Abogados como lo exige la ley orgánica del Poder Judicial. En marzo de 2012, la Cámara envió a la Corte la apelación presentada por el Colegio que insistía en expulsar a Amelong.
La Corte Suprema de Justicia de la provincia, con los votos de Roberto Falistocco, Eduardo Spuler, Rafael Gutiérrez y Mario Luis Netri, no admitió el reclamo del Colegio de Abogados de Rosario y dejó firme la resolución de la Cámara de Apelaciones que había rehabilitado la matrícula del condenado por crímenes de lesa humanidad Amelong. El argumento utilizado fue que las dos sentencias contra Amelong aún no están firmes.  De esta manera los “ministros” de la Corte se manifestaron a favor de que Amelong pueda seguir ejerciendo la profesión de abogado

Lo que merece realmente destacarse. Afortunadamente hubo dos votos en disidencia que no avalaron esta decisión bochornosa y nefasta. La Dra. María Angélica Gastaldi consideró la normativa "sólo establece como hecho antecedente que medie condena a pena privativa de la libertad por delitos dolosos y de cumplimiento efectivo" para efectuar la suspensión, lo cual, a su entender, hizo el Colegio de Abogados. Añadió que "a los Colegios Profesionales les han sido conferidas atribuciones para velar por las condiciones del ejercicio profesional en resguardo de intereses públicos, y para verificar el cumplimiento de los estándares mínimos exigidos".
Por su parte Daniel Erbetta, el otro voto en minoría sostuvo que "la gravedad de las violaciones a los derechos humanos que motivaran la condena penal a encierro efectivo, sumada al comportamiento del condenado (Amelong) a lo largo del proceso demuestra una actitud claramente negacionista de los delitos que han victimizado masivamente a mujeres y hombres de nuestra sociedad, incluidos muchos abogados que honraron su compromiso profesional precisamente mediante la defensa de los derechos humanos". Y agrego también que "el respeto a las normas que regulan la profesión de abogado y a la propia Constitución nacional y provincial no se agota en el cumplimiento formal de sus pautas sino que exige de quien pretenda ejercer tal digna profesión que su comportamiento no sea destructivo o lesivo a la existencia misma de la comunidad".

Estas decisiones no son azarosas. Tienen un claro mensaje ideológico y dejan en evidencia lo más mediocre y nefasto de a corporación judicial. Lamentablemente no son hechos aislados. Todavía tenemos un poder judicial con ideas claramente contrarias a los Derechos Humanos. No solo con respecto a este tema sino a las miles de mujeres asesinas e ignoradas por el poder judicial, a las mujeres violadas, a los abortos clandestinos, a la complicidad con grupos claramente antidemocráticos, a la discriminación permanente.
Hay mucha gente que hace un trabajo a pulmón para cambiar estas prácticas, cada vez somos más. Pero el olor a podrido sigue siendo muy fuerte.

1 comentario:

Walterito dijo...

Una simple opinión acerca de la podredumbre del poder judicial