Sabemos que las doñas de sotana son bastante mal llevadas.
La de la foto, monseñor Héctor Aguer (si, la del modelito
dorado) dijo que somos “abominaciones amparadas por las leyes”.
Y pienso, me deconstruyo y me presento al mundo. Y es
verdad, soy una abominación, elijo serlo.
Me viene a la cabeza la bella poesía de Susy Shock diciendo “reivindico mi derecho a ser un monstruo y que
otros sean lo normal, que el Vaticano normal, el credo en Dios y en
la Virgisima normal, los pastores y los rebaños de lo Normal…”
Y me sigo pensando y con
total seguridad afirmo que soy un abominación que atenta contra una moral
judeo-cristiana repleta de dogmas y reglas absurdos y discriminadores, una
moral que esconde sus miserias debajo de sus sotanas, que tapa sus hipocresías con
crucifijos de oro, que tiene sus manos manchada con la sangre de las muertes
que ayudo a esconder.
Soy una abominación que molesta y atenta contra esa familia “tradicional”
que esta moral hipócrita quiere sostener. Porque en mi familia, la que yo decidí
crear, todos elegimos ser monstruos y monstruas. Y avanzamos con nuestra monstruosidad
rompiendo esquemas binarios y cerrados, reflexionando sobre aquello que no es
impuesto, luchando por los derechos de todas y todos, militando contra el odio
que nos niega existencia.
Soy una abominación que además
es gustosamente promiscua porque disfruta y explora su sexualidad y el placer
con otros y otras.
Soy una abominación que
atenta contra todas las normalidades establecidas e impuestas.
Soy una abominación a la
que durante muchos años la encerraron en un closet y no la dejaban hablar, pero
que cuando salió y dijo aquí estoy no solo no callo nunca más sino que además no
dejo que nadie volviera a silenciarla y desato una lucha para que su
monstruosidad sea respetada.
Soy una abominación definida
y analizada por un discurso de odio, y como la monstrua que soy solo puedo
responderles con amor.
Porque elijo amar y
defender el monstruo que soy, porque amo a l*s mostru*s que me acompañan y
caminan conmigo, porque lucho por los derechos que me pertenecen por ser un monstruo
humano y lucho porque se respeten los derechos violados de todas las voces que
como yo fueron calladas. Soy un monstruo con morbos y fetiches tan sucios y sórdidos
como los que esta moral de sotanas y santos quiere hipócritamente ocultar pero
que yo decido practicar y gozar sin esconderme. Soy un monstruo que hace el
amor no solo por placer sino como un grito de libertad, como una lucha política.
Elijo coger y amar.
La ley no me ampara por
ser una abominación, los ampara a ellos financiándolos económicamente y permitiéndolos
que sigan odiando. Los ampara a ellos tapando y silenciando sus complicidades
en crímenes de lesa humanidad. Los ampara a ellos permitiéndoles discriminar(me)(nos)
y que sus dichos circulen impunemente.
La ley lo único que hace
conmigo es reconocerme los derechos que durante muchos años no me respetaron. Y
cuando la ley no está lucho por conseguirla y si existe y me discrimina lucho
por abolirla.
Soy una abominación, es
verdad. Pero elijo serlo. Que otros sean lo normal.
WR